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La gripe no se toma vacaciones

¿Estás por irte de vacaciones y preparaste todo? Todavía te falta lo más importante, unos superconsejos para que ninguna enfermedad te agarre con la guardia baja. Y una vez que taches este último ítem de tu lista, nada mejor que jugar al blackjack hasta que salga el avión.

1. Prevenir, mejor que curar

Cuanto más te prepares antes del viaje, mejor. Hablamos de vitamina C, ya sea en cápsulas o en naturales y deliciosas naranjas, kiwis, etc. No olvides tampoco los analgésicos, el comodín indispensable para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero.

Revisá si en el país al que vas hay brotes como el de la fiebre amarilla. Si es así, muy sencillo, es cuestión de vacunarte, la Organización Mundial de la Salud invita. Si vas a algún país africano, no sería raro que tuvieras que vacunarte contra la malaria.

Por otro lado, el propio vuelo puede traerte problemas como el jet lag o mareos por turbulencias. Para evitarlos, tomá agua en vez de café o alcohol, y sentate en la parte del medio del avión, siempre y cuando puedas elegir asiento. Y respecto al dolor de oído en el despegue y aterrizaje, probá con unos tapones.

No olvides que, vayas al país que vayas, es recomendable que tomes agua embotellada.

Mujer engripadaFuentes: Pixabay

2. ¡Atrás, mocos!

En vacaciones, cada día es una nueva aventura: lugares para recorrer, excursiones, playas, museos, paseos por la ciudad, caminatas por la naturaleza, etc. Por eso, un resfrío o una gripe podrían poner en jaque todos tus planes. ¿Qué hacer, entonces, si te duele el cuerpo o te sube la temperatura?

Para los malestares, herví una taza de agua y agregale una cucharada de jengibre recién picado. El jengibre tiene propiedades antigripales que van a aliviar tus síntomas, y antibacteriales, que van a combatir la gripe. Si te gusta, le podés agregar limón y miel.

Una infusión de bayas y corteza de sauco también alivia el cuerpo cansado, además de un clásico como el té verde, con el que incluso pueden hacerse gárgaras para llegar mejor a las zonas expuestas.

Y si la congestión no te deja respirar, con agua muy caliente y hojas de eucalipto vas a conseguir un expectorante natural. Es importante que te pongas algo sobre tu cabeza para que el vapor no se disperse. Otra forma de luchar contra la congestión es irrigar la nariz con agua tibia y sal. O sal y bicarbonato.

3. Me comí todo

Descubrir nuevas culturas implica probar platos exóticos. Y a veces, claro, nuestro estómago no está preparado para esos sabores. Si tu panza te juega una mala pasada, un clásico de clásicos es el bisabolol de la manzanilla, con su acción desinflamatoria.

Un remedio casero menos conocido, pero de acción rápida, es la canela. Ponele media cucharada de canela a una taza con agua hirviendo y esperá unos minutos.

Después, vas a encontrarte con soluciones parecidas a cuando te engripás: limón para neutralizar los ácidos del estómago, masticar jengibre (¡también te saca el mal aliento!), tomar té verde (de paso, evita que se te hinche el estómago y que tengas flatulencias), y mucha pero mucha agua de a sorbos si tenés diarrea.

4. El sol inclemente

Si vas a un lugar con costa, playas y tiempo agradable, imposible resistirte a la tentación de tomar sol. Incluso si te dejás puesta una remera, el sol va a atacar tu cuello, la nariz, los ojos. Ni hablar cuando te tires al agua. Internet está repleta de historias de insolaciones como la de Mariel en Medio Oriente. Para no terminar como ella, sin poder abrir los párpados quemados y hablando con un médico por Skype, te damos algunos consejos.

El protector solar debería estar sí o sí en tu bolso, vayas donde vayas. Incluso en días nublados, el sol sigue haciendo de las suyas.

Si ya es demasiado tarde para la prevención, el jugo que se desprende de la planta de aloe vera ayuda a regenerar la piel quemada. Si no tenés una planta a mano, probá mojar un paño con leche y colocarlo sobre las quemaduras. Otro elemento es el pepino en rodajas o licuado para formar una crema. Desde ya, y como siempre, beber agua es indispensable para rehidratar tu piel.

TermómetroFuentes: Pixabay

5. Mal de altura

Cuando visites lugares elevados sobre el nivel del mar, es común que sientas mareos, dolor de cabeza, taquicardia, incluso que vomites. Es que, inevitablemente, inhalás menos oxígeno del que estás acostumbrado. La sensación se intensifica si caminás rápido o comiste mucho antes.

La mejor cura para el mal de altura es bajar a la superficie. Pero hasta que lo hagas, podés tomar una infusión con hojas de coca, una costumbre que se remonta a los incas. Eso sí, es importante que te asegures de que sea legal tener o comprar hojas de coca en el lugar que estás.

silviaritaFuentes: Pixabay

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