¿Por qué Real Madrid, Juve, ManU o Barça no se merecen tu apoyo?
El futbol, un deporte que arrastra a millones de personas en todo el mundo, que levanta pasiones, que deja a personas sin dormir durante noches y, por el contrario, lleva a la gloria a otras muchas. 90 minutos en los que se dirimen sueños, se apela a la épica y se viven situaciones de infarto. Pero, ¿está cada vez el fútbol más lejos de los aficionados? ¿Son sus resultados fruto del acuerdo entre los grandes clubes del mundo? Algo de todo ello puede haber, y es que equipos como el Real Madrid, Bayern Múnich o AC Milán cada vez se merecen menos el apoyo de sus incondicionales.
El sabor genuino del deporte
No hace falta siquiera remontarse a épocas de partidos en blanco y negro para conocer otro fútbol bien distinto al actual. Un claro ejemplo: en la temporada 1985/86 el hoy todopoderoso Fútbol Club Barcelona llegaba a la final de la Copa de Europa, un torneo que aún no había levantado en su historia. El rival era el Steaua de Bucarest, un equipo que hoy entenderíamos como de tercera o cuarta fila en el panorama continental.
Sin embargo, el partido, que se disputó en el feudo sevillano del Sánchez Pizjuán, dejó al conjunto rumano con la orejona en sus manos y al Barça con una decepción que no se quitaría de encima hasta 1992.
¿Por qué citamos este ejemplo? Pues porque hoy parece imposible que esto suceda, aunque, como decía Boskov, fútbol es fútbol y, añadimos nosotros, siempre hay un resquicio abierto a las sorpresas.
Sin embargo, ¿a cuánto se pagaría hoy en una casa de apuestas deportivas online de cualquier país que un equipo de Rumanía, Hungría o Serbia ganase la UEFA Champions League? Seguramente a cuotas desorbitadas, y es que las probabilidades son tan ínfimas que ni siquiera se valoran.
La diferencia entre aquella época y esta es simple y se basa en gran medida en el dinero. Hoy el fútbol es una industria, y, como industria que es, está dominada por un selecto grupo de clubes-empresa que no dejan mucho resquicio a la épica y al romanticismo del deporte.
Claro que los equipos clásicos lo son por algo, y es que la leyenda del Real Madrid, sin ir más lejos, se lleva escribiendo décadas. Lo mismo la del Bayern München, la Juve o el ManU, conjuntos que han copado la imaginación de los amantes del fútbol durante mucho tiempo.
Entonces, ¿por qué el Steaua de Bucarest, el Nottingham Forest o el Estrella Roja de Belgrado tienen complicado levantar la CL como ya lo hicieron hace décadas? Como dijimos antes, la razón se encuentra en el dinero, un dinero que cada vez concentra más el talento en una serie de equipos que, además, tienden a traspasárselo entre ellos mismos creando un círculo cerrado en el que es difícil penetrar.
El espolio de las canteras
Cualquier equipo de una pequeña ciudad puede dar forma a una joya en forma de jugador de fútbol. Incluso puede darse que, en lugar de un buen jugador, salgan cuatro o cinco excelentes futbolistas a la vez creando desde la base un equipo capaz de luchar por todo.
El Ajax que levantó su cuarta Champions League en 1995 es un ejemplo de esto que estamos diciendo. Jugadores como Seedorf, Kluivert o Davids se encontraban en aquel conjunto y habían salido de la cantera ajacied. Pudieron madurar en conjunto, crear un equipo y terminar asaltando el cielo del fútbol, aunque años después acabaran por separarse terminando repartidos por todo el mundo.
Actualmente, esto no sucede. Los grandes equipos, como el Barça o el ManU, se dedican a fichar a talentos cada vez más jóvenes. Algunos incluso no han dejado de ser niños cuando han sido reclutados por las superpotencias del mundo del fútbol, equipos con una economía tan vasta que tienen pocos problemas para arrancar al Messi de turno de su ciudad, sus amigos y su club de toda la vida ante la mínima posibilidad de que llegue a ser una estrella.
Este es uno de los motivos por los que los grandes clubes están acabando con el fútbol y, por supuesto, una razón de peso para dejar de apoyarlos. Si hacemos un poco de fútbol ficción, el equipo del Ajax de 1995 ni siquiera se habría formado, ya que sus estrellas habrían volado de Ámsterdam mucho antes de hacerse profesionales hacia equipos como el Real Madrid, la Juve o cualquier otro gigante europeo.
La competitividad está en juego
Si en la Champions League se nota el influjo del dinero, en las competiciones domésticas la cosa se agrava de forma alarmante. En Italia, la Juventus de Turín va a por su octavo título de liga consecutivo. En Alemania el Bayern suele ser una apisonadora las más de las veces mientras que en España Real Madrid y Barcelona se reparten los títulos salvo rara excepción.
¿Es este el fútbol que queremos ver? ¿Es posible a largo plazo mantener un deporte en el que siempre ganan los mismos y en el que las sorpresas con cada vez menores? Parece complicado, aunque lo cierto es que el fútbol como industria no deja de crecer y las inversiones se disparan de una forma increíble.
Sin ir más lejos, no hace mucho que un nuevo rico como el PSG hizo saltar la banca llevándose por la fuerza a una de las estrellas del Barça. Como todos recordamos, Neymar Jr. hizo las maletas hacia París a cambio de 222 millones de euros, la mayor cifra que nunca se ha pagado por un traspaso en el mundo del fútbol y un buen ejemplo de que este deporte parece estar volviéndose loco.
El fenómeno de los nuevos ricos
La acumulación de dinero por parte de los grandes clubes a través de contratos de publicidad y televisión y los fichajes de promesas cada vez más jóvenes procedentes de equipos de nivel medio son fenómenos que empobrecen el fútbol y que nos espantan de apoyar a los grandes equipos.
Ahora bien, hay otro fenómeno que ha venido en los últimos años a complicar aún más la vida de los modestos en el fútbol. Se trata de algo que apuntamos antes con el traspaso de Neymar por el PSG, y es que grandes fortunas han comprado equipos de segunda línea sin mucha historia y los han convertido en grandes potencias a base de dinero, dinero y dinero.
Los ejemplos más claros son el Chelsea, el PSG o el Manchester City. Estos equipos, desconocidos hasta no hace más de 10 años para muchos, son hoy la alternativa a los clásicos conjuntos del fútbol europeo. Sin embargo, no son alternativas que se hayan construido por poseer buenas generaciones salidas de sus canteras como sucedía en décadas pasadas. Son, simplemente, propiedades de grandes fortunas que han decidido dejar de jugar a los videojuegos de fútbol para hacerlo con conjuntos de verdad.
Por supuesto, han despertado las iras de Real Madrid, Barça, Juve o Manchester United, conjuntos que ahora ven que ese músculo financiero que ellos habían usado contra equipos más pequeños se les vuelve en contra en forma de conjuntos financiados en ocasiones por países enteros y que pueden llevarse a cualquiera de sus estrellas de un día para otro.
La realidad que esconde Fútbol Leaks
José Mourinho, Cristiano Ronaldo, Neymar, Falcao o Higuaín tienen en común algo más que ser grandes estrellas del fútbol. Además, son protagonistas en Fútbol Leaks, una página web que ha abierto los ojos de muchos aficionados sobre los turbios asuntos que mueven el deporte que tanto aman y que no suelen llenar tantas portadas en los diarios deportivos.
Fútbol Leaks ha desvelado que, en muchas ocasiones, las estrellas deportivas son evasores de impuestos, que sus contratos tienen aristas legales poco o nada claras y que los representantes que revolotean alrededor de las grandes estrellas no buscan más que un rendimiento económico cada vez mayor que impide que el deporte siga siendo, simplemente, deporte.
Al margen de certezas de este tipo, hay medios afines a Fútbol Leaks que incluso han puesto bajo sospecha la naturalidad de los traspasos en el mundo del fútbol señalando que los acuerdos pueden esconder intenciones ocultas. Por poner un ejemplo, se ha apuntado al triángulo formado por Real Madrid, Juventus de Turín y Bayern München, tres equipos que han intercambiado en los últimos años a estrellas de la talla de Morata, Arturo Vidal o Douglas Costa.
Algunos de estos traspasos son tan raros como el que llevó a Toni Kroos de Múnich a Madrid por poco más de 20 millones de euros o el traspaso de Cristiano a la Juve por tan solo 100.
En definitiva, y pese a todas las sospechas que se pueda tener sobre su lado oculto, lo cierto es que el fútbol de élite es cada vez un lugar más ajeno a las emociones de los aficionados y más dado a cálculos que solo se centran en las ganancias económicas. Entonces, ¿ha llegado el momento de dejar de apoyar a los equipos históricos y centrarse en los más pequeños? Puede que esta sea una forma de mantener el romanticismo que hizo del fútbol lo que hoy es.