7 consejos para combatir el estrés navideño
¡Ya se termina el año! Y llegaste con el cansancio de meses de trabajo, casi preparado tocar con la punta de tus dedos el descanso, las vacaciones tan deseadas. Pero entre ese año ajetreado y tus vacaciones está la Navidad, que puede ser un momento mágico o una verdadera pesadilla. ¿A qué parte de la familia invitás? ¿Va a venir el tío que cuenta chistes verdes después de dos copas de vino? ¿Qué cocinás? Bueno, para que ese día sea tan luminoso como nuestro casino spin palace online, te damos 7 consejos que te van a ayudar a organizarte.
Fuente:JillWellington en Pixabay
1) Definir prioridades
A veces, lo más evidente no es lo primero que te pasa por la cabeza. ¿Y qué es eso tan evidente? Se trata de qué tipo de Navidad querés pasar. Si te gustan las cenas en una gran mesa llena de comida, con hijos, padres, hermanos, tíos, abuelos, suegros, cuñados, etc. O si preferís una cena íntima de Nochebuena en un lugar paradisíaco. Si vas a ser anfitrión o huésped. Qué tipo de platillos le va a gustar a la mayoría de los comensales. Y qué tipo de comida es la ideal para guardar en la heladera, en espera del almuerzo de Navidad. Una vez definidas tus prioridades, todo se vuelve mucho más sencillo.
2) Delegar tareas
No es necesario que te encargues de cada uno de los aspectos de la organización. Delegá tareas en familiares y amigos. ¿A tu hijo le encantan las manualidades? Bueno, que se encargue de recortar cartulina para las tarjetas. ¿Y qué tal ese amigo chef? ¡Que demuestre lo que aprendió en la academia! Lo mismo a la hora de sacar la mesa y lavar los platos: no debería ser una tarea exclusivamente femenina. Y sobre elegir los regalos... está bien, algunos asuntos no se pueden delegar, pero podés pedir consejos que te ayuden con la elección. Y comprar online, por supuesto.
3) Reducir expectativas
¿Esperás que la cena y el almuerzo navideños sean perfectos? ¿Una mínima falla desbarataría todos tus planes? Es mucho mejor relajarte. Después de todo, la Navidad no es Navidad si no hay alguna discusión familiar y sobran toneladas de comida. Incluso puede servir como material para divertidas anécdotas los años siguientes. Y si los chicos pidieron regalos exorbitantes a Papá Noel, nada más sencillo que decirles que la crisis económica también llegó al Polo Norte. Además, el significado de estas fiestas es pasarla juntos, no los regalos. De esta forma, en vez de desesperarte para que tu fiesta se parezca a un comercial, vas a disfrutar de una reunión en la que lo mejor llegue como una agradable sorpresa.
4) Descansar del trabajo
Para el estrés ya estuvieron los meses anteriores. Te recomendamos olvidarte de tus tareas y obligaciones, no revisar tu correo laboral, y usar tu celular solamente para asuntos navideños. Podés ver esa buena película o serie para la que nunca tenés tiempo. O salir a caminar, o jugar a la pelota con los chicos, ya que se sabe que el ejercicio físico reduce el estrés. En definitiva, divertirte es sinónimo de salud.
5) Tiempo propio
La última parte de diciembre es el gran momento para retomar tus proyectos personales. Reencontrate con lo que te gusta, más allá del trabajo. Si solés ocupar tu tiempo en tareas intelectuales, buscá pasatiempos como el ejercicio, el trabajo en madera, la jardinería, etc. Y si, al contrario, tenés una ocupación que te consume mucho esfuerzo físico, la mejor terapia es la lectura, o aprender un nuevo idioma, lo que sea que te permita relajar esos músculos sobrecargados de tensión.
6) Planificar
Para no hacer malabares, lo mejor es que planifiques cada paso a seguir. Empezá por hacer una lista de tareas, las más importantes primero. Pensá en un presupuesto de antemano, así no te pasás con los gastos. Comprá los regalos lo antes que puedas, para evitar los clásicos embotellamientos por compras de último momento (el 76 % de las personas confiesa que las compras navideñas son lo que más estrés les genera). O que se agote el juguete de moda, como sucede en la hilarante película El regalo prometido. Dormí bien los días anteriores, porque se sabe que la falta de sueño te vuelve susceptible (y si, como te dijimos, te toca el tío de los chistes verdes, vas a necesitar paciencia zen). En un caso así, también sirve pensar en una excusa para alejarte unos 10 minutos de la mesa, respirar y volver con la tolerancia renovada. O planificar bien dónde se va a sentar cada familiar, para evitar combinaciones explosivas.
7) Pensar rutinas diarias
Aunque parezca contradictorio, las rutinas te pueden relajar. No las rutinas de trabajo, o las aburridas, o las que no querés hacer, sino rutinas que tengan que ver con actividades que te relajen, o que te provoquen buen humor. Correr por la mañana por un camino despejado, ver videos de tu Youtuber favorito, bañarte con agua tibia, escuchar música tranquilizante, escribir memorias, pintar, evitar el café en las comidas e inscribirse para recibir unos buenos y merecidos masajes en un spa.